Crisis de lactancia – Parte 2 –


Ya está aquí. Antes de lo que me esperaba ha llegado la siguiente crisis de lactancia. Hace dos días, a mitad de Semana Santa, Irene empezó a comer poco si le daba yo y a demandar mucho pecho. Y cuando digo mucho, es mucho. Además, se pone rabiosa si no la cojo, si me voy sin avisar, si camino más rápido que ella, si no puede coger algo porque pesa tres veces más que ella misma… Cualquiera diría que está en plena época de rabietas. (Me disculpen las mamás que las están sufriendo)

Si ya leíste el post sobre crisis de lactancia – Parte 1– prepárate para lo que viene.

¿Qué es lo que ocurre?

A esta edad los bebés dejan de crecer durante varios meses por lo que sus necesidades alimenticias decrecen. Lo que va en aumento son sus ganas de lactar. Por supuesto ni les quita el hambre ni nada y les proporciona el suficiente aporte calórico. Esto no quiere decir que desistamos de darles sus comidas correspondientes, hay que continuar con la rutina pero sin entrar en bucle no come-me enfado-llora-me enfado más. Si no come, no pasa nada. Teti y hasta la cena.  Además, tiene una forma bastante brusca de pedir pecho. Irene me agarra la camiseta y trata de bajármela para ver sus «envases» lloriqueando y muy enfadada. Pide cada poco tiempo, a modo de chupete o para calmar la sed. Incluso puede quedarse mirándome y sin mamar, pero con el pezón en la boca y otras veces succiona como si le fuera la vida en ello haciendo una toma muy intensa. Lo que hago es tratar de darle comida después del pecho porque es en ese momento cuando accede a comer los sólidos.

Y por si esto fuera poco, están las miradas recelosas del entorno en plan, qué haces dándo pecho todavía, no ves que está muerta de hambre, deja de darle pecho y dale más comida… en fin.

¿Has sufrido esta crisis? ¿Qué tipo de comentarios te hacen? ¿Te ha ocurrido todo lo contrario y tu bebé rechaza el pecho? Cuéntamelo!

Recuerda, que en este terreno sólo mandas tu y que debes hacer #Loquetesalgadelastetas.

 

Puerperio y principio de lactancia, parte 2


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Por si el puerperio no tiene suficiente emoción, hay que añadirle la lactancia y las mil maneras de hacer las cosas que parece que existen. Hay algo que nos olvidamos todas las recién mamis y que me parece algo muuuuuuy importante: EL INSTINTO.

Nunca he dudado de mi misma con este tema. Siempre he tenido muy claro que ni me iba a quedar sin leche si la niña no dejaba de mamar, ni le iba a destetar antes del año.

Durante los tres primeros meses me pude pegar varias noches tranquilamente seis horas con la niña en la teta. Succionaba, paraba, succionaba, paraba. Al principio eran tomas larguísimas, como de tres cuartos de hora o una hora, pero a medida que Irene fue creciendo, las tomas se acortaban y ella se quedaba igual de a gustito.

Al principio le daba el pecho «a oferta» probaba a ponerle en el pecho cada vez que me parecía que podía querer, pero luego era ella la que demandaba. Nunca miré el reloj, ni la desperté para darle su toma, ni le quitaba el pecho si seguía enganchada. No importaba que no succionara. Si seguía enganchada, nos quedabamos ahí hasta que se soltaba.

Tuve dos mastitis con fiebre y bastante dolorosas, pero la niña me aliviaba una barbaridad cada vez que tomaba, por lo que procuraba ponérmela al pecho al tiempo que me masajeaba la obstrucción. Cuando terminaba me «peinaba» la teta desde el pezón hacia atras para ayudar al conducto a soltarse. Esto me lo recomendó la abuela de mi marido y puedo decir que a día de hoy sigo teniendo un peine en la mesilla de noche por si acaso. Es el mejor remedio y el mejor consejo que me pudieron dar y de hecho, yo se lo digo a todas las recién mamás de mi entorno.

Ya sabéis chicas! A peinaros la teta! :))

Al finalizar los tres meses, dejé de producir y almacenar leche para pasar sólamente a producirla cuando demandaba Irene. Casi de la noche a la mañana noté los pechos vacíos y no, no me había quedado sin leche, ni muchísimo menos. Cuando la nena tiene hambre, succiona y tarda un minuto o dos en recibir su recompensa. Ella lo sabe y ni se impacienta ni nada. Simplemente hace su trabajo y lo hace muy bien 😉

Hasta los seis meses fue lactancia exclusiva. Ni agua ni nada de nada, y cuando comenzamos con la alimentación complementaria, no le reduje tomas. Simplemente le daba de comer, al principio una vez al día le daba a probar alguna verdura o fruta (casi siempre en sólidos pero también purés). Después con una vez al día ya no era suficiente y ampliamos a dos… Hasta que ahora hace las tres comidas diarias y el resto son o tomas o algun trozo de fruta… No hay establecidas cinco tomas por imperativo. Si tenemos hambre, comemos. Si no, no. Así de sencillo. Eso sí, a la hora de comer nos sentamos todos juntos en la mesa, ella no come a otra hora diferente, ni antes ni después. Si quieres saber más sobre la alimentación complementaria lee aquí.

Ya tiene diez meses y seguimos igual. Por las noches son una o dos tomas de cinco minutos y se duerme y durante el día no podría decir cuántas son porque cada día es distinto. Hoy por ejemplo sólo ha tomado una vez, pero hay otros días que igual me pide seis veces. Depende de su apetito, su estado de ánimo, estado anímico… Cuando está con los dientes la pobre me pide muchas veces, pero apenas come, es sólamente para aliviarse.

La lactancia tiene muchas funciones además de alimentar. Refuerzas el vínculo entre tu y tu hijo, ayudas al desarrollo de la cavidad bucal, proteges su intestino (no olvides que el 80% de las defensas del cuerpo están en el intestino) y contribuyes a crear una personalidad fuerte y sin fisuras, aseguras una buena base para la toma de decisiones. En definitiva, estas programando al adulto que será en el futuro.