Con las instrucciones de uso debajo del brazo


  Es curioso cómo algunas recomendaciones médicas de hace algo más de 30 años no han cambiado nada… pero otras, afortunadamente, han cambiado del todo.

El sábado por la tarde mi abuela me contaba que mi madre estuvo lactando hasta los dos años y mi tío algo menos, pero que era una pena que yo no quise coger el pecho, que era muy vaga y que mi tía tenía mucha leche pero no era buena así que a mi primo tampoco le pudieron dar. Estamos hablando de tan sólo 16 años atrás (mi primo, no yo jeje). No es demasiado tiempo y aún así, afortunadamente hay mucha más información con la que conseguir que la lactancia sea una experiencia única para todos.

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Hace varios días que ha caído en mis manos un pequeño tesoro.  Son las «instrucciones» que le dieron a la madre de una amiga cuando ésta nació. Sí, como lo lees, instrucciones de uso de un bebé recién nacido :)))

Es como el libro de nacimiento actual en el que se pone el seguimiento de las vacunas, peso y altura, etc. pero con algunas indicaciones como añadidura.

Vamos a comentar el documento porque de verdad, no tiene desperdicio. Hay algunas cosillas que no han cambiado y otras que ahora se hacen completamente al revés, así que vamos a diseccionarlo 🙂

Consejos generales y de alimentación

– Lavar los ojos con agua de manzanilla… Esto me ha hecho gracia porque todavía hoy tiro de manzanilla cada vez que alguien tiene los ojos rarunos, como legañosos… con conjuntivitis vamos. Y El caso es que funciona… pero no sabía que recomendaban hacerlo con los niños recién nacidos aunque no tuvieran ningún problema.

– Lo de controlar antes y después de darle teta al bebé… Te pegas la vida en una báscula! Ya me imagino las listas de regalo con la báscula como regalo estrella :)) 20150729123407203-2

– El resto de instrucciones (siete más) tienen relación con la leche «humanizada» como ponen aquí. Entiendo que esto será porque lo normal era darles biberón… Y así, ¿Cómo favorecer la lactancia materna? Dando el biberón desde el principio provocamos que no haya la suficiente producción de leche materna en muchos casos, con lo que acabamos por destetar y tirando de biberon al 100%.

En mi caso, cuando nació Irene, me la ponía al pecho constantemente. Más que «a demanda» podríamos decir que era lactancia «a oferta», para asegurar que la producción fuera buena desde el principio y que ella tuviera todo lo que necesitaba cuanto antes. No noté ninguna subida fuerte, pero sí es cierto que hasta que no pasaron los tres primeros meses la fabrica no se reguló y padecí alguna mastitis. Cuando me salían los bultos, en lugar de aliviarlos con el sacaleches, me ponía a Irene con más asiduidad y me masajeaba hasta que desaparecían, lo que podía tardar un par de días.

Con los consejos generales me quedo con la de que hay que acostar a los niños boca abajo. Durante los siguientes 20 años lo obligatorio era es ponerlos boca arriba. Ya se sabe, riesgo de muerte súbita. ¿Sabéis que no hay pruebas de ningún tipo que indiquen que la postura para dormir tenga que ver con la muerte súbita?

Irene no dormía demasiado rato seguido boca arriba así que la colocaba boca abajo. Los primeros días tenía algo de miedo ya que al final te siembran la duda  con estos temas… pero muy pronto ví que ella estaba más cómoda así. Además, cuando aprendió a hacer la croqueta, siempre se ponía boca abajo y así sigue 15 meses después. 20150729123407203-3

Y me voy de cabeza a las pautas generales de alimentación... aquí si que hay tomate.

20150729123452934– Durante las primeras 12 horas de vida, ayuno absoluto. Es decir, que de estar en un hotel 18 estrellas, en el que tienen comida cuando quieren, están calentitos y bien pegaditos a mamá, pasan a estar lejos de ella, con sonidos fuertes, zarandeos… ¡y sin comida! Vamos, para que se vayan acostumbrando de lo que es el mundo real… ¡pobres!

Todavía no habían cortado el cordón umbilical a Irene que ya la tenía buscandome la teta. Aquello sí que fue una pedazo de experiencia. Después, se durmió al menos ocho horas seguidas, para despistar jajaja – Mamá, descansa porque lo que te espera… – la primera noche la tuve prácticamente todo el tiempo encima, dándole teta, hasta que vino una enfermera y le enchufó el chupete… Irene muy lista dijo – eso pa´ti – Y siguió con su teta 🙂 

Después de todo un día sin comer, su primer día de vida, te lo pones en la teta como mucho cinco minutos, para que se quede con las ganas y vaya sabiendo lo que es bueno, que si no, se acostumbran.

Otra cosa que tampoco cumplimos. Hubo días que estuvimos de teta en teta y tiro porque me toca como unas cinco horas, sin exagerar (síiii ya se que soy un poco sagerá, pero que esto es verdad). Y asumiendo que tiene que ser así hasta que se regule la cosa, es una experiencia única y preciosa, porque te permite pasar tiempo con tu bebé, conocerle mejor, aprender sus señales… y que te hagan la comida y las cosas de casa que eso no está nada mal :))

Inseguridades, miedos, preocupaciones…. no saber qué les pasa…. A todos los padres primerizos nos pasa (a todos, sí sí, a nuestras madres sabelotodo también les pasó, lo que pasa es que no se acuerdan) y tengo una lista de cosas que no repetiría y otras que  volvería a hacer, y eso es lo bueno, aprender de todas las situaciones maravillosas y no tan maravillosas, las que nos han provocado malestar y las que nos gustaría revivir mil veces, eso sí, rodeados de los que nos han ayudado y apoyado, sin juzgar y dejándonos aprender.

Opinólogos hay muchos que con sutiles frases nos descolocan o nos enfadan, pero esa es una de las cosas que nos enseña la paternidad, a hacer lo que creamos conveniente, pedir ayuda o consejo y utilizarlo como queramos. Yo no me puedo sentir más agradecida con todas esas personas que contribuyeron a que mi cambio total de chip no fuera pasajero y me convirtiera en la persona que soy. Matrona, enfermera del hospital, pediatra de Irene, las chicas de Amagintza (me salvaron la teta-vida en más de una ocasión), amigas (maravillosas amigas) y mi familia, que me han ayudado mucho mucho mucho y en voz baja, para dejarme seguir con lo mío. ¡Gracias!

La mayoría de las veces el comienzo de la maternidad-lactancia no es exitosa por malos consejos y aunque eso es fácilmente evitable, muchas mamás no saben de qué manera hacerlo.

A continuación os dejo varios sitios web de asociaciones en las que pedir ayuda y que os la darán encantados de la vida

AEPED

FEDALMA

http://albalactanciamaterna.org/

AL HALDA (Asociación pro lactancia Calahorra)

Amagintza (Asocación pro lactancia Pamplona y comarca)

Esto sólo son unas pocas referencias, pero en cada comunidad autónoma hay al menos una asociación o un grupo de lactancia. Además, hay multitud de blogs con experiencias reales (por ejemplo éste tan mono que estás leyendo) con los que puedes sentirte identificada. Si tienes dudas o necesitas apoyo emocional o físico, no lo dudes, pregunta, busca ayuda, infórmate!! Haz que la lactancia sea un recuerdo maravilloso y protege la salud de tu hijo.

Pedir ayuda no es fracasar, es asegurar el éxito.

Espero vuestros comentarios por favor, ¡estoy deseando leeros!

 

Plagiocefalia postural – Causas y cómo evitarla


  Plagiocefalia. Copio literalmente de la Wikipedia:

La plagiocefalia (del griegoPlagio = oblicuo y cefala = cabeza) es el resultado de la fusión (unión) unilateral prematura de las suturas coronal o lambdoidea. La sutura lambdoidea une al hueso occipital (hueso que sustenta a la cabeza sobre la columna vertebral) con los huesos parietales (huesos laterales superiores) del cráneo. La plagiocefalia es un trastorno caracterizado por la distorsión asimétrica (aplastamiento lateral) del cráneo. Es común encontrarla al nacer, y puede ser el resultado de una malformación cerebral, un ambiente intrauterino restrictivo, o de una tortícolis (espasmo o rigidez de los músculos del cuello).

Debido a que desde hace varios años se habla de la muerte súbita del lactante según la posición para dormir (se recomienda colocarlos siempre boca arriba), éste problema ha ido en aumento. Realmente no hay estudios concluyentes que determinen la veracidad de las causas de la muerte súbita. Vamos, que dentro de 10 años nos dirán de nuevo que los niños boca abajo mejor. Sinceramente y desde la lógica, si yo paso muchas horas en la misma posición me duelen todas las tabas… ¿a un niño no le pasará lo mismo?

La primera vez que oí esta palabra fue cuando al poco de nacer Irene noté que tenía la cabeza un poquito aplanada por detrás. Era muy sutil, apenas se notaba, pero me preocupaba que fuera a más. Se lo comenté a la enfermera en una de las visitas rutinarias y me dijo que me comprara un cojín especial para la cabeza que costaba unos 50 euros y que se lo pusiera allí donde estuviera más rato.

Desde mi desconocimiento pero muy espabilada yo, busqué en Amazon cojines similares que no costasen tanto y encontré uno por unos 12 euros creo recordar. Tenía la silueta de la cabeza de un osito y lo utilicé sobre todo en el capazo y la silleta, hasta los 5 o 6 meses de Irene.

Como ella enseguida sujetó la cabeza y además la porteamos bastante (con una colgona debo confesar), no fue a más y muy pronto tuvo la cabeza bien redondita. Además, a veces la poníamos a dormir boca abajo, otras boca arriba…

Hoy no repitiría lo mismo. Ni cojín ni nada, porteo, porteo y más porteo. Aquellas mañanas eternas en las que me resistía a utilizar el balancín «para que no se acostumbrara» y que no podía hacer cosas porque reclamaba mi atención… Aaaaais bendita ignorancia.

Uno de los beneficios más importantes del porteo es que se evita la plagiocefalia. La posición natural del bebé es estar en vertical, sostenido por la madre, padre o sucedáneo. Por tanto, pasar demasiadas horas tumbados, tanto boca arriba como boca abajo puede provocarles una deformación de la cabeza que conlleva visitas al médico o la utilización de cascos como el que he mencionado antes.

Existe algo llamado la exterogestación y ésta se produce aproximadamente durante los nueve meses posteriores al nacimiento del bebé. Los niños no nacen «terminados», sino que durante los siguientes meses continúa su formación y maduración. Por ello, es sumamente necesario tenerlos en brazos, porque se fortalecen los vínculos afectivos, se madura su sistema cognitivo, se contribuye a la buena formación del equilibrio… En otro post hablaré de todos los beneficios del porteo, que no son pocos.

¿Cómo evito la plagiocefalia?

Por supuesto, porteando, porteando y porteando. En todas las situaciones, esto nunca está contraindicado. Bueno, si llevas un cubata en la mano sí (esta historia ya la contaré otro día…)

– Aprovechando los raticos en los que están despiertos para colocarlos boca abajo y que hagan ejercicios. Ésta práctica se llama Tummy Time. Por supuesto respetando lo que el bebé quiere, si está incómodo o llorando deberíamos cambiarlo de posición o cogerlo.

Poniéndole a dormir de maneras diferentes. Creo sinceramente que si tiene que ocurrir una desgracia, ocurrirá de una forma u otra, así que mientras no haya evidencias científicas firmes que digan lo contrario, los bebés también se merecen dormir en diferentes posturas. Una vez sepan hacer la croqueta, que ellos decidan cómo quieren tumbarse.

¿Has sufrido este problema? ¿Cómo lo solucionaste? Contadme contadme contadme!

 

Aprender de las rabietas


Como eramos pocos, parió la abuela. Pasados los sanfermines, nueve días de desconexión total del mundo real han hecho que se nos desequilibre un poco el día a día. Y cuando digo «nos» me refiero a pequeño koala y a mi, porque paleopapi está impasible (al hombre no le perturba nada, que afortunado jeje).Irene ha empezado a tener ciertos comportamientos que, sinceramente, no estaba preparada para gestionar. Y me refiero a mi. Lo primero es reconocer los errores o limitaciones de cada uno y en esta ocasión tengo que decir que me ha pillado desprevenida.

Éste no es un post para saber gestionar mejor las rabietas o con consejos para identificarlas… Sobre todo porque la mayoría de información que he encontrado al respecto es para niños que ya están en su segundo año de vida y que tienen otro nivel de comprensión diferente al de Irene. Vamos, que San Google esta vez no me ha ayudado demasiado.

Antes de sanfermines ya apuntaba maneras. Veía señales de frustración cuando algo no le salía como ella quería (desenroscar un tapón por ejemplo) o cómo se sentaba en el suelo lloriqueando si no quería ir a cambiar el pañal…

Pero todo esto se ha intensificado, además de que ha cambiado hábitos que tenía que, aunque ha sido para bien con respecto de sus queridos papis (duerme del tirón desde hace tres noches), conlleva otras cosillas como el no echar una de las siestas o no comer.

Así que me he puesto en modo observadora, para ver qué hemos hecho nosotros y qué cambios han habido en ella.

En primer lugar los consabidos sanfermines. Nueve días fuera de su casa, de su entorno, entre algodones y con las rutinas cambiadas. Lo que para nosotros puede suponer un pequeño cambio de aires, en los niños es un auténtico cambio de vida – no olvidemos que su percepción del tiempo es muy diferente a la nuestra- Irene ha vivido literalmente en casa de los abuelos, con diferentes rutinas, diferente comida, diferentes atenciones. De la noche a la mañana volvimos a casa y hace falta un tiempo de adaptación. En este sentido quienes lo han sufrido han sido mis tetis. La niña ha querido recuperar el tiempo perdido y devolver la producción a sus niveles anteriores. Insistente ella, lo ha conseguido, eso sí, ha metido horas por un tubo… ha estado literalmente (y todavía lo está) colgada de mi.

Otro aspecto – que por otro lado me parece el más importante – Mi nivel de paciencia y/o saturación. Es como si hubiera estado en un spa estos días, porque la vuelta a la realidad no me sentó especialmente bien. Estoy más floja anémicamente, con un montón de trabajo acumulado y con una hija algo más exigente de lo habitual. ¿El resultado? Que no he sabido gestionarlo. En los momentos críticos me ponía más nerviosa que Irene y lo que sucedía es que la situación se ponía como una olla en ebullición. No había forma de volver al punto de partida así que ahí estábamos las dos, nerviosas, una llorando y la otra casi, sentadas en el suelo la mayor parte de las veces y yo exigiéndole cosas a la pobre que no era capaz de entender como «cállate» o «deja de llorar».

En muchos artículos o libros leo que hay que anticiparse a la rabieta. Vale. Pero, ¿Y si es por todo? ¿Si hemos llegado a un punto en el que todo le produce un estado de ansiedad?

Entonces es ahí cuando tenemos que ver nuestro propio comportamiento. Qué estamos haciendo para que el niño esté así.

Estoy segura que si pudiera verme por un agujerito estos días pasados vería comportamientos que no había hecho hasta ahora. Echando la vista atrás soy capaz de identificar:

– Obligarla a comer

– No cogerla cuando lo pide

– Jugar menos (bastante menos)

– No seguir las rutinas como leer libro, lavar dientes…

– Repetir «noes» como si no hubiera un mañana y con movimientos bruscos, de impaciencia

– Referirme a ella o a la situación con términos negativos «me pone nerviosa», «es insoportable», «no puedo más»…

– Tener una actitud negativa y ya se sabe que lo negativo no atrae premios de la lotería precisamente…

Con todo esto no digo que la única responsable del estado de ánimo de Irene sea yo, ni mucho menos. Digo que cuando nosotros mismos no estamos bien, contribuímos a que ellos estén mucho más en la línea entre la rabieta y la rabieta y que estén mucho más susceptibles.

El post de hoy lo escribo a modo de aprendizaje personal, y para tomarme esta semana pasada como un experimento sociológico.

Como ya he dicho antes, no voy a dar claves para superar las rabietas. Primero porque no me siento en disposición de hacerlo ahora mismo, pero sí quiero destacar algunos puntos en los que quiero basarme las próximas veces que se repitan momenticos como los de esta semana.

1. Lo más importante, lo más, lo más, lo más… Revisar nuestro propio comportamiento. Sómos un espejo, su reflejo. Ellos repiten lo que hacemos nosotros. Y con nosotros no me refiero a tías, abuelos, primos… me refiero a sus padres. Somos sus únicos referentes. Lo que hagan o digan otros familiares puede afectarles momentáneamente pero no va a definir sus acciones. Lo que nosotros hagamos o digamos sí, así que aboguemos por el ejemplo. Si no queremos que griten… ¿se lo pedimos gritando?, si no queremos que peguen, ¿Se lo pedimos con un tas tas en el culo? Hacer un esfuerzo por cambiar esas pequeñas cosas puede parecer digno de un espartano, pero da buen resultado ya que no contribuimos a empeorar la situación.

2. Lo de anticiparse hay veces que es difícil y más cuando la bomba que está a punto de estallar tiene un año… No es fácil determinar qué le está haciendo frustrarse ya que no pueden explicarse. Así que sentarse a observar es un buen método para ver qué le está provocando ese estrés. A lo mejor no puede abrir una caja o tiene hambre o sed, o quiere jugar, o un abrazo… Y por estar nerviosos o queriendo hacer alguna otra cosa no somos capaces de verlo. Este ejercicio ayudará a conocer más a los niños y ver partes de su carácter que probablemente no nos habíamos percatado.

3. La niña llora, la madre se desespera y el impulso es obligarle a comer, dormir, cambiar pañal…. Nunca antes le había obligado a comer, es increíble que esta semana lo haya hecho. Ha sido bueno porque me he reafirmado en mi teoría, un niño que es obligado a comer, no come bien, llora, está a disgusto y las comidas siguientes, tampoco son buenas. Si no tiene hambre, por algo será. Ya comerá, ninguno se muere de hambre teniendo la nevera llena. Lo que no puede ser es que llegue el momento de la comida y se convierta en un campo de batalla. Tampoco me parece una solución cambiarle el menú, atiborrarles a cosas que les encantan como galletas o el jamón.

4. En el trabajo nos cansamos de oír que nuestro estado de ánimo no debe afectar al mismo, que tenemos que estar con una sonrisa, bla, bla, bla. Si estoy enfadada, no me apetece jugar. Y si no me apetece jugar, no existen momentos divertidos, el nivel de estrés aumenta y el resultado ya lo sabemos. ¿Somos conscientes de que un ratito de diversión puede hacer que nos relajemos? Hacer la cama media hora más tarde no nos supone nada.

5. ¡¡Portear!! Esta semana he comprado una suppori porque con la edad de Irene y este calor no puedo estar con la bandolera ni con el mei tai, además de que se sube y baja mil veces. La suppori es una bandolera fija (hay diferentes tallas) de red que hace la función de asiento. Lo que más se ha repetido estos días es que Irene pida brazos y decirle que «no puedo» es lo peor que se puede hacer. Se enfada, llora… ¿Quieres brazos? Toma brazos. Es una etapa…. pasará.

6. Y esto último es lo más importante, ver la luz al final del tunel. Tener niños supone atravesar etapas sin descanso. Supone que les duelen los dientes al tiempo que se cogen catarrillo o que se han hecho una herida, que están aprendiendo a saltar y sóoooolo quieren saltar o que el pañal les molesta. En esos momentos de tensión es cuando hay que mantener la calma, tener la habilidad de cambiar de tercio (que a mi me resulta difícil) y saber distraerlos. Todo pasa. Además, pensar que «son muy listos» o que «lo hace para fastidiar» ni ayuda ni es real. Claro que lo hacen por algo, tienen un motivo y es ese motivo el que tenemos que detectar, satisfacer su necesidad y evitar que llegue a explotar. Dientes, calor, sed, mimos…

Para saber capear estos momentos debemos tener la capacidad de ser empáticos, sin contagiarnos del estado de ánimo del otro. ¿Alguna madre con niños de menos de dos años en pleno apogeo rabietil? ¿Libros recomendables?

A ver qué tal se nos da esta semana. ¡¡Disfrutad del lunes!!