No hay ninguna verdad absoluta para tener niños que comen o duermen bien. Es una lotería, no hay nada que podamos hacer. Con esto no digo que no merezca la pena crear buenos hábitos y rutinas. Al margen de que vayamos a conseguir que los niños duerman del tirón desde el principio o no, me parecen importantes las rutinas porque les aportan estabilidad y seguridad en su vida.
No obstante, sin saberlo, tendemos a condicionar a los niños y llevarlos por un camino que no es precisamente el que queremos para conseguir que coman bien. Mi experiencia con Irene y la comida está siendo muy buena. Es muy probable que ella nos lo haya puesto fácil, pero también creo que la metodología que hemos utilizado ha ayudado bastante. Puedes saber más de esta metodología aquí. Y como siempre digo, si no lo has probado, no puedes saber si funciona. De su primer año de vida he detectado varias diferencias con respecto de la alimentación habitual de los demás niños. Me quedo con la sensación de que las costumbres actuales son las que hacen que los niños no coman bien. Barritas de pescado con forma de cabeza de Mickey Mouse porque asumimos que no les va a gustar comer pez, o Ketchup hasta en la sopa para cambiar el sabor de las comidas porque a nosotros no nos gusta y creemos que a ellos tampoco, no permitirles tocar la comida ni probar cosas nuevas… A continuación os dejo varios trucos que pueden hacer que las cosas cambien y la hora de la comida no sea una tortura.
– No tratar de cambiar el sabor de la comida. Las naranjas son ácidas, ¿Y? ¿Para qué poner galletas en los potitos? O mejor todavía ¿Para qué convertir en potitos las frutas? No me parece mal que de vez en cuando se coman una compota de frutas pero darles por sistema las frutas en puré, endulzadas con galleta, va a hacer que no sepan a qué sabe una naranja, que no les guste porque están demasiado acostumbrados al sabor dulzón de la galleta y que no se sacien con la fruta porque necesitan comer bollería industrial.Intenta dejarle trozos grandes de fruta a su alcance para que los pueda agarrar y comer por sí sólo. Es muy difícil que se atragante si es el propio niño el que se lleva la comida a la boca.
– Verduras de todos los tipos y colores. Y tú también. Creo que a estas alturas ya habrás leido u oído que los niños aprenden por imitación, ¿no? Pues créeme cuando te digo que se fijan si tú nunca comes determinadas cosas. Aprenderá que si tu no lo comes será por algo y ellos tampoco lo harán. ¿Y cómo puedes obligarle si tu no lo haces? Es mucho más fácil que te atrevas a probarlo todo. Al fin y al cabo, estarás enseñando a comer a tu hijo y también cuidarás tu salud.
– Comer a la misma hora. Sí, ya se que es un auténtico coñazo rollo comer a la vez que los niños porque no te dejan tranquilo. Si no tiran el tenedor, te piden agua y si no, que se quieren salir de la trona. A mi me encanta cenar tranquila y rezo para que #Atila haya caído fulminada en la cama para entonces, pero si no, comemos y cenamos con ella al mismo tiempo. No hace falta mirar el reloj para ver cuánto rato lleva el niño comiendo (o no comiendo). Con terminar todos al mismo tiempo es suficiente. Si no come, ya comerá después. Será que no tiene hambre.
– Comer lo mismo. A los niños les encanta comer de nuestro plato. ¿Por qué no utilizar esto en nuestro favor? Comemos lo mismo, menos procesado y más sano. Ganamos todos.
– Nada de premios. Comer bien no se premia y comer mal o poco tampoco. Es algo que hay que hacer, igual que cambiar el pañal, bañarse, jugar… Tendemos a dar importancia a cosas y damos carta blanca a los niños para que lo utilicen en nuestra contra para llamar la atención. Sin darnos cuenta, nos perjudicamos.
– Lo de cebar a los niños… sigo sin verlo. Hay una tendencia a tener a los niños comiendo todo el rato. El cachito de pan, zanahoria, aspitos, chuches hasta reventar…. ¿Por qué? ¿Tu estás comiendo todo el rato? Se puede entretener a los niños de otras maneras, no hace falta cebarlos… a no ser que quieras comértelos. Yo a #Atila me la comería como treinta veces al día. Pero a besos.
– Tocar, sentir, experimentar. Las tronas de Ikea ANTILOP son perfectas para esto. Le pones la comida delante y hala, a divertirse. Eso sí, prepara la cámara de fotos y un trapo para limpiar después 🙂 Manchar, manchará mucho, pero seguro que algo se lleva a la boca.
– No te enfades. Al final aprenden que si cada vez que llega la hora de la comida, mamá se enfada, comer no es bueno. Es así de sencillo. Y que le llenes la barriga de aceitunas porque no ha comido el menú que había ese día tampoco es productivo. Al final se tiende a darles de comer lo que les gusta y dejar de lado lo que les cuesta más, por comodidad. Establece un menú, incluso puede elegir entre dos platos. Si no se lo come, no hay otra cosa. Con comida en la nevera, nadie se muere de hambre.
Respetar estos hábitos pueden hacerte la vida más fácil. Si lo que has hecho hasta ahora no te ha funcionado, ¿Qué tal si pruebas otra cosa?
¿Me vais contando?